
Ansiedad, atención y memoria: por qué no te acuerdas de nada cuando estás estresado
jueves, 17 de abril de 2025
¿Te pasa que cuando estás muy estresado no te acuerdas ni de lo que comiste ayer?¿Que repites una y otra vez que “no te concentras” y terminas dudando de si te pasa algo serio?
Spoiler: no es demencia precoz. Es ansiedad.
Y sí, puede tener un impacto muy real en cómo atiendes, recuerdas e incluso cómo registras lo que vives.
En esta entrada vamos a hablar de cómo la ansiedad afecta a tu capacidad de concentración y memoria, y por qué sentir que “no retienes nada” no significa que estés fallando… sino que tu sistema nervioso está saturado.
¿Qué pasa en tu cerebro cuando hay ansiedad?
Cuando estás ansioso, tu cuerpo entra en modo supervivencia. El sistema nervioso activa la alerta: tu foco va a lo que “puede salir mal”, no a memorizar detalles.
Tu cerebro prioriza la amenaza, no el aprendizaje.
En ese estado, la atención se fragmenta, la memoria a corto plazo se vuelve caótica y los recuerdos se guardan de forma más difusa.
Como si todo pasara rápido, sin que nada se grabe del todo.
Ansiedad y atención: la mente en modo radar
Cuando hay ansiedad, tu atención no desaparece. Se dispersa.
Empieza a escanear todo en busca de posibles problemas. Y eso es agotador.
- Te cuesta centrarte en una sola tarea.
- Saltas de una cosa a otra sin acabar ninguna.
- O te “quedas en blanco” justo cuando más necesitas estar enfocado.
Ansiedad y memoria: ¿por qué se te olvida todo?
El proceso de memoria tiene tres fases: codificar (guardar), consolidar (organizar) y recuperar (recordar).
La ansiedad interfiere desde el principio: si no puedes prestar atención, tampoco puedes codificar bien.
Y si no codificas bien… adivina qué: no hay mucho que recuperar.
Por eso no te acuerdas de ese dato que leíste mil veces, ni de lo que te dijo tu compañero hace una hora.
No es que no lo valores, es que tu mente no tenía espacio para registrarlo.
El bucle que agota: me exijo más, pero funciono menos
Y aquí llega el clásico ciclo ansioso:
- No te concentras → te frustras.
- Te frustras → te exiges más.
- Te exiges más → te saturas.
- Te saturas → te concentras aún menos.
¿Qué puedes hacer si esto te está pasando?
No hay soluciones mágicas. Pero sí hay formas de reducir el caos mental.
Algunas ideas:
- Baja el listón de exigencia: quizás ahora necesitas más repetición que antes.
- Espacia y repite, no confíes en el aprendizaje en bloque.
- Haz pausas reales: 5 minutos de aire valen más que 1 hora frente al portátil en piloto automático.
- Habla contigo como hablarías con alguien que quieres. Porque igual tú también lo necesitas.
¿Y si ya no puedes más?
Si esta sensación de desconexión, despiste y agotamiento ya es diaria, no es solo un tema de concentración.
Es un sistema sobrecargado. Es ansiedad que te está pasando factura mental y emocional.
Y es totalmente válido pedir ayuda para reconectar contigo, recuperar enfoque y aprender a trabajar con tu ansiedad, no contra ella.
No estás roto. Estás agotado.
Y sí, se puede volver a pensar con claridad… pero no desde el castigo. Desde el cuidado.
A veces, el problema no es que no te concentres, sino que estás funcionando en condiciones que tu mente ya no puede sostener.
Y no tienes que esperar a que todo colapse para hacer algo. Si esto te resuena, si sientes que estás viviendo en una niebla mental que no se va, quizás este sea un buen momento para empezar a trabajarlo.
Aquí puedes reservar una sesión si necesitas espacio para entender lo que te pasa, sin juicio y sin fórmulas mágicas.
A veces no es que olvides cosas…
Es que estás intentando sobrevivir cuando lo que necesitas es sostenerte.
